La tragedia de los 20 dólares

Cuando comenzó tímidamente la migración venezolana, esa que algunos llaman “diáspora”, alrededor de los años 2000 y 2002, en el principio del régimen chavista, ya estaba cantado el plan perverso que, por medio del deterioro intencional de la moneda con medidas como el control cambiario y la reconversión monetaria además de la expropiación de los recursos del país, haría de la vida de los venezolanos un evento triste y oscuro. Intervenciones magistrales, como la del Dr. Jorge Olavarría ante el antiguo Congreso el 5 de julio de 1999, así lo presagiaban[1].

En la época de los cupos CADIVI, muchos casi ni notaron que existía un control cambiario en marcha, por el contrario, lo observaban como una medida justa para garantizar el acceso a las divisas. Personas que anteriormente ni se interesaban por el dólar, pudiendo comprarlos de forma libre, de pronto, comenzaron a girar sus finanzas en torno al valor de la moneda americana, accediendo a ella por medio de lo que fue el primer ensayo del carnet de la patria: la tarjeta de crédito como mecanismo para acceder a la adquisición de divisas. Los representantes de la banca privada accedieron sin queja alguna. También para la pequeña y mediana empresa hubo mecanismos similares. Los incentivos que ofrecía el régimen de forma tácita a través de dichos mecanismos de control eran indignos y corrosivos. Básicamente, se trataba de incitar al contrabandeo con dólares adquiridos a una tasa “preferencial” para luego ser colocados en el mercado negro a una tasa absurda. Las vías eran diversas, desde adquirir dólares o mercancía en el exterior y revender en el mercado nacional, hasta montar a las personas en un avión, llevarlos de tour a otros destinos y comprar sus cupos de dólares. En lugar de defender las libertades económicas, la ciudadanía mordió inocentemente el anzuelo y se entregó a sus opresores.

Progresivamente, a medida que avanzaba el plan comunista de destrucción de todo el aparato productivo del país, dicho proceso contaba con el visto bueno de una clase política que se autodenominaba “oposición” (enemigos de la libertad), y de algunos pocos “empresarios” (enemigos del libre mercado), que se acomodarían y pactarían para monopolizar la producción nacional por medio de excelentes negocios en la praxis, ¡Oh si! Muy lucrativos negocios entre representantes del jet set chavista, bolichicos, falsos empresarios y alto dirigentes de la falsa oposición, mientras por otro lado, la ciudadanía escapaba de la enorme crisis que ya tocaba la puerta de muchos hogares venezolanos.

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Lorenzo Mendoza y altos representantes de Empresas Polar en una de sus tantas «mesas de trabajo» con la nomenclatura del totalitarismo chavista. Foto cortesía de analitica.com
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Alberto Vollmer, presidente de Ron Santa Teresa, en otra de sus ya frecuentes apariciones en actos oficiales del régimen, como dice el eslogan de la compañía «sacando el pecho» y recibiendo financiamiento del chavismo. Foto cortesía de contrapunto.com

Lamentablemente, muchos connacionales de bien, que en su momento se fueron al exterior a ganarse el pan con el sudor de su frente, en muchos casos valorados muy por debajo de sus competencias y en otros laborando en oficios distintos para el cual se formaron, se equivocaron al sacar sus cuentas. Hace pocos años podían enviar diez (10) y hasta veinte (20) dólares a sus familiares que quedaban en el país, y a estos últimos, dicho dinero, al cambio, les alcanzaba para vivir una quincena o hasta un mes.

Pero, de forma vertiginosa, la posibilidad de llevar una vida digna se ha ido deteriorando, alcanzando la estabilidad social un costo muy alto, y con lo que antes se podía subsistir, ahora ya no es posible, ya que los precios de los pocos alimentos y demás bienes y servicios que se puedan conseguir en nuestro maltrecho mercado, se han ido nivelando a los estándares internacionales, pero el venezolano sigue cobrando sueldos miserables de 2 a 4 dólares al mes. A cualquier ciudadano que viva en cualquier rincón del mundo le resultaría imposible subsistir un mes con 20$ dólares en el bolsillo, y lo mismo está sucediendo acá. Una lata de CocaCola cuesta sesenta centavos de dólar (0,60$) en cualquier parte del mundo, menos en Venezuela, donde cuesta menos, pero pronto llegará a costar ocho bolívares soberanos con cuatro céntimos (BsS 8,4) u ocho millones cuatrocientos mil bolívares fuertes (8.400.000,00 BsF) u ocho millardos antes de la primera reconversión, es necesario tener en cuenta cómo se ha devaluado la moneda nacional, y con lo que usted compraba un apartamento en Chacao para el año 2000, ya hoy no podrá comprar una lata de refresco. Si duda de mi método con la CocaCola, puede utilizar sus propios métodos de análisis para contrastar mi afirmación, no por casualidad muchos economistas utilizan el índice Big Mac para medir la inflación de la economía en los países. Entonces, la crisis que alcanzó a todos dentro de Venezuela, está alcanzando los bolsillos de muchos venezolanos que han decidido emigrar, porque pesa mucho más para un joven que gane un sueldo mínimo en el exterior tener que despojarse de cien (100$) o doscientos dólares (200$), que de veinte dólares (20$), para tener que ayudar a su familia. Mientras tanto, como sucede en otros países como Cuba, Haití, República Dominicana, Colombia, etc., en Venezuela las remesas van ocupando una parte cada vez más importante del PIB nacional, donde muchas familias dependen de las mismas para poder sobrevivir y el régimen en el poder devela cada vez más sus intenciones de echar mano a las remesas familiares.

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La aspiracion de muchos venezolanos que sufren la grave crisis humanitaria producto de la ejecucion del plan socialista del castro-chavismo, es salir del pais caminando por la frontera colombiana o brasilena hacia cualquier otro destino. Foto cortesía de elpitazo.com

El pronóstico es nublado, tanto como un día de lluvia, nada alentador, seguirá el saqueo a la nación y el despilfarro de los altos jerarcas, a la vez que, muchos comen de la basura y otros huyen caminando kilometros con sus pertenencias al hombro por las carreteras de los países fronterizos. Ya los 20 dólares no alcanzan, mientras a otros pocos el dinero (mal habido) les sobra. Es una lástima que tengamos que haber llegado a esto para que otros tantos “analistas” se dieran cuenta que en Venezuela estamos en medio de una gran tragedia, sin duda, la peor crisis de nuestra historia republicana.

Por: Orlando Figuera

@ofiguera

orlando.figuera@gmail.com

Archivólogo y MSc en Comunicación Social de la UCV

Profesor en la Escuela de Bibliotecología y Archivología de la Facultad Humanidades y Educación, UCV

FUENTES CONSULTADAS:

[1] Véase: Villalobos, J.J. (2013, junio 9). Discurso de Jorge Olavarria en el Congreso 5 de Julio de 1999. En Youtube (Video). Disponible en: https://youtu.be/cfEr4mFnDxI

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Cambio Universitario. Septiembre, 2018

https://cambiouniversitario.wordpress.com/

Caracas, Venezuela: Universidad Central de Venezuela (UCV).

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