El pensamiento científico venezolano y universal: Marcel Roche habla sobre ciencia, tecnología y Derechos Humanos

Marcel Roche fue un caraqueño, nació en 1920, y falleció en el 2003. Doctor en Medicina e investigador científico, redactó 8 libros y numerosas crónicas periodísticas, fue Director Fundador del Instituto Venezolano de Investigaciones Médicas (Fundación Luis Roche); y del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC), Presidente Fundador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas y Embajador venezolano ante la UNESCO.

El texto de este trabajo está basado en una charla dictada en el Congreso Mundial de los derechos Humanos, efectuado en Costa Rica del 6 al 10 de diciembre de 1982. En la actualidad este artículo está en prensa en la revista Crónica de Costa Rica. El trabajo también leído en inglés, en forma ligeramente modificada, en la sesión ordinaria de la Pontificia Academia de Ciencias, a la cual el autor pertenece, en noviembre de 1983.

La conferencia, a pesar que han transcurrido 35 años, goza de una vigencia extraordinaria, por ello creímos pertinente rescatar dicho texto que reposa en los fondos documentales de la nación y que forma parte de nuestro patrimonio, no sólo como soporte sino también como pensamiento de una extraordinaria generación de científicos que en cierta medida logró un gran impacto en el desarrollo de Venezuela.

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Personal (incompleto) de la Fundación Luis Roche en la Biblioteca del edificio de la Plaza Morelos. De derecha a izquierda de la foto. Sentados: Jorge Vera, Mario Calciani, Miguel Layrisse, Marcel Roche, Luis Roche (fundador), Francisco De Venanzi, Gabriel Chuchani y Luis Carbonell. De pie: Abraham Levi, Andrés Gerardi, José Forero, Leocadia Escalona, María Enriqueta Tejera, Gloria Villegas, V. Slavka Hitrovo y Francisco Peña.

 

La Ciencia, la Tecnología y los Derechos Humanos

“Empecé a tener mis dudas acerca de la verdad desde que ésta fuera lanzada sobre Hiroshima”

Kurt Vonnegut (Palm Sunday)

El desarrollo frenético de la ciencia y la tecnología forman parte esencial de la cultura de nuestro tiempo, igual como las catedrales fueron el símbolo de la cultura medioeval. Pero nos incumbe reflexionar sobre el reflejo de tal desarrollo sobre el ser humano, el hombre y la mujer, que, al fin y al cabo, constituyen todavía “la medida de toda cosa”. Si el mejoramiento del ser humano y de la calidad de su vida no resultan del desarrollo de la ciencia y de su hijastra la tecnología, entonces, todo ese “progreso” en los conocimientos y en su utilización práctica – aparte de su belleza intrínseca que no se puede negar – es fútil, o puede, incluso convertirse en dañino y peligroso.

Declaraciones de los Derechos Humanos – La Ciencia y sus efectos dobles

Una manera de formarse un juicio sobre tal mejoramiento del hombre es a través de su efecto sobre los derechos humanos, que hoy en día se consideran innatos e imprescriptibles. Llegaremos a la conclusión de que la ciencia y la tecnología tienen al respecto un efecto doble y contrario, nada nuevo. Por un lado, facilitan el bienestar humano y su extensión a un número cada vez mayor de seres y, por el otro, producen efectos indeseables y pueden hasta llegar a eliminar el problema, borrando de un solo golpe a toda la humanidad de la tierra. Es obvio, entonces, que la ciencia y la tecnología deben ser utilizadas con sabiduría, con conciencia de sus efectos dobles, y sin caer ni en un triunfalismo fácil ni en un pesimismo derrotista.

Los derechos humanos fueron enfatizados, entre otros, por Grotius, Hobbes, Spinoza, Locke y Kant, aunque ya formulados, en forma embrionaria, en los siglos XVI y XVII por los juristas españoles Vitoria, Soto y Suárez. La Ilustración del siglo XVIII aboga por la educación, que debía terminar con la ignorancia y, como consecuencia, con la opresión, la pobreza y los males generales de este mundo y llevaría, se esperaba, a la abundancia y la felicidad de los hombres. Voltaire, Diderot, Montesquieu, d´Alembert, Condorcet y Rousseau adelantan aún más el proceso cuyo primer paso práctico, a nivel político, será la Declaración de Derechos de Filadelfia, de 1778 y, en particular, la Declaración de Independencia, redactada por Thomas Jefferson, en 1776… Vida, libertad y búsqueda de la felicidad.

La “Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano” de la República francesa fue, en 1789, el próximo paso. Consagra “la conservación de los derechos naturales e imprescriptibles del hombre, a saber la libertad, la propiedad, la seguridad y la resistencia a la opresión”. En el siglo XIX, el movimiento socialista le da un nuevo giro al asunto e insiste no tanto en la producción, la propiedad y el beneficio, como en el perfeccionamiento y desarrollo del ser humano, que tienen su origen, según dicen, en las circunstancias concretas en las que el hombre está inmerso. Es, por tanto, esta dimensión social la que marcará su contenido.

Finalmente, en la época moderna y después de una guerra terrible que presenció el holocausto provocado por los nazis y el uso de armas atómicas por primera vez en la historia, las Naciones Unidas promulgan, el 10 de diciembre de 1948, la Declaración Universal de los Derechos del Hombre, iguales e inalienables. En ella se consagra la igualdad en dignidad y derechos, el derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de la persona, la abolición de la tortura, de las injerencias arbitrarias en la vida privada, la familia, el domicilio o la correspondencia, la propiedad individual y colectiva, la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión, el derecho a investigar y recibir informaciones y opiniones, a la salud y el bienestar, y en especial la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica, y la educación. Asimismo, se consagra en la Declaración el derecho a participar en el progreso científico y en los beneficios que de él resulten y se favorece la compresión, la tolerancia y la amistad entre todas las naciones.

Un efecto positivo: el derecho a la vida

Veamos cómo y hasta qué punto tales derechos, y otros derivados de ellos, han sido favorecidos u obstaculizados por el auge que han tomado la ciencia y la tecnología desde entonces.

El primer derecho, sine qua non, mencionado por prácticamente todos los filósofos y todas las declaraciones, es el de la vida, la de esta tierra, cuya realidad ha sido aceptada en forma unánime por todas las religiones, todas las creencias, todas las ideologías. Es para mí indiscutible que la ciencia y la tecnología han contribuido poderosamente a aumentar la esperanza de vida, a través del mejoramiento de la salud pública y, en particular, del dominio de las enfermedades infecciosas y de las enfermedades susceptibles a intervención quirúrgica. Y esto lo ha hecho, aunque en forma desigual, tanto en los países más industrializados como en los subdesarrollados. Es así como, para tomar sólo a nuestra América, la esperanza de vida al nacer, que en Estados Unidos es de 73,2 años, llega ya a 72,9 en Costa Rica y a 71,8 en Cuba. Hay naciones como Haití y Honduras, con 47,8 y 57,1 años de esperanza de vida, que todavía están muy atrás, pero aún así, la mayoría de nuestros países ha visto la esperanza de vida de sus ciudadanos crecer al tiempo que mejoraban los servicios científicos de la salud. La mortalidad infantil, asimismo, ha disminuido hasta colocarse en 14 por mil nacidos vivos en Estados Unidos, en 22,3 en Cuba y Costa Rica respectivamente y en una treintena en la República Dominicana, en Surinam, en Uruguay y en Venezuela. Aquí también constatamos que existen países como Brasil (82,4), Haití (125) y Honduras (98,5) cuyas cifras son aún inaceptables, pero, en general, se ha progresado.

No necesito hacer hincapié sobre los progresos logrados para dominar las enfermedades infecciosas, en particular mediante el uso de la quimioterapia y los antibióticos. Sólo mencionaré que, en la época de 1942 a 1946, momento en que yo estudiaba medicina, la pulmonía lobar por neumococo tenía una mortalidad de cerca de 30% y que ahora la muerte por la misma enfermedad es una rareza, probablemente del orden del 1%, y eso solamente en casos extremos y complicados.

Un efecto negativo: la explosión demográfica

Pero, primer efecto negativo de estas tendencias: el descenso de la mortalidad y aumento de la esperanza de vida, aun en los países subdesarrollados, que son a todas luces deseables, han conducido a una explosión demográfica que amenaza con llevar a la humanidad a una situación de angustiada estrechez, de escasez y de crisis. Esto, combinado con la acentuada migración rural-urbana, está llevando al surgimiento de las grandes ciudades, con resultados verdaderamente monstruosos, como será, por ejemplo, el caso de la ciudad de México, que se estima tendrá para el año 2000 unos treinta y dos millones de habitantes, o la de Sao Paulo, que se espera pueda llegar a tener unos veintiocho millones. Alguna previsión o remedio habrá que tomar. Basta decir que la población mundial, que en estos momentos es de cuatro mil seiscientos millones puede llegar a tener nueve mil millones para el año 2020. Ya China, aun con su política de limitación de nacimientos, ha sobrepasado hoy los mil millones de habitantes.

La Guerra, la Ciencia y la Tecnología

Segundo resultado nocivo del desarrollo de la ciencia y la tecnología: su aplicación a las “artes” de la guerra. Se estima el costo mundial de armamentos en unos seiscientos mil millones de dólares por año, o sea más o menos un millón de dólares por minuto. Nada más falso que aquel decir romano “Si vis pacem para bellum” (si quieres la paz prepara la guerra) enraizado en la “sabiduría convencional” de la humanidad, pues las naciones siempre han preparado la guerra – y la han tenido.

Prácticamente todas las naciones del orbe – con la honrosa excepción de ésta, Costa Rica, que nos hospeda – se están armando hasta los dientes y están compartiendo los “beneficios” del “progreso” en la eficacia de las armas. Sólo que la dimensión  ha cambiado radicalmente, y ahora la humanidad, gracias a la ciencia y la tecnología, tiene en sus manos los medios – concentrados principal pero no exclusivamente, en los dos superpoderes – para autodestruirse varias veces.

Cien millones de dólares diarios para la guerra

Se derivan hacia las armas, o hacia la “defensa” – como la denominan pudorosamente las partes – sumas inconcebibles, que deberían ir dirigidas hacia el desarrollo. Con un inventario de armas nucleares que tienen un poder destructivo de más de un millón de veces el de la bomba de Hiroshima, que mató de un solo golpe a unos cien mil seres humanos, los dos superpoderes siguen invirtiendo más de cien millones de dólares por día para aumentar su arsenal atómico. El adiestramiento del personal militar sólo en Estados Unidos cuesta dos veces más que todo el presupuesto de educación de los trescientos millones de escolares en el Asia del Sur. Y los costos de fabricación y operación de las armas han aumentado astronómicamente. En un mundo con escasez energética, los tanques militares más recientes consumen 450 litros de gasolina cada 100 kilómetros. Un tanque de la Segunda Guerra Mundial valía aproximadamente cincuenta mil dólares; ahora vale un millón y medio de dólares, pues, además de haber sufrido el costo de la inflación, el aparato es, naturalmente, mucho más “perfeccionado”, vale decir que puede matar más gente por los progresos tecnológicos incorporados.

Se dice que más del 50% de los científicos del mundo se ocupan de investigaciones bélicas.

Las armas en el tercer mundo

El Tercer Mundo no escapa a la carrera armamentista, esta vez en forma dependiente. El costo de exportaciones de armas a los países que lo componen por parte de los países “desarrollados” fue de veintiún mil millones de dólares en 1978. Argentina y Brasil se han constituido en exportadores de armas. En mi propio país, Venezuela, se están comprando unos veinticuatro aviones F-16, cuyo costo unitario – 25 millones de dólares – equivale al presupuesto anual de la Organización Mundial de la Salud en investigación de enfermedades tropicales que afectan a centenares de millones de personas.

La Ciencia Pura orientada hacia la guerra

Es lamentable constatar que, sin negar la importancia de las misiones del transbordador Columbia y de sus futuras recaídas tanto en la teoría como en la praxis, la razón principal por la cual los norteamericanos aprobaron el presupuesto de las misiones es su uso militar. De acuerdo con la revista Time, la tercera parte de los 150 vuelos que se han de efectuar en los próximos cinco años ha sido reservada por la Secretaría de Defensa para su uso exclusivo de investigación bélica. Hasta la investigación básica más pura no escapa la orientación de guerra. Es así como el Departamento norteamericano de Defensa ha propuesto aumentar su presupuesto anual dedicado a investigación básica hasta la suma de 723 millones de dólares, de los cuales 328 millones irían a las universidades. El departamento de Defensa de los Estados Unidos no es desde luego una institución filantrópica y su respaldo a la ciencia pura (orientada) no es sino el signo de una creencia, muy justificada por cierto, en que la ciencia más pura puede llevar a aplicaciones prácticas, en este caso terribles. Si menciono solamente aquí a los Estados Unidos, es que ellos actúan siempre en ventanas de cristal, e informan sobre sus presupuestos y sus objetivos. Pero con seguridad igual cosa se podría decir de la Unión Soviética que, como todos saben, no se está quedando atrás en la carrera armamentista.

La ciencia es la búsqueda de la verdad, si. Pero como lo expresa el escritor norteamericano Kurt Vonnegut “I began to have my doubts about truth after it was dropped on Hiroshima” (“Empecé a tener mis dudas acerca de la verdad desde que esta fue lanzada sobre Hiroshima”). Y si bien constato que el “balance de terror”, aun permitiendo unos ciento cincuenta conflictos “menores” en el mundo desde 1946, nos han protegido de un conflicto mundial, me niego a aceptar esa espada de Damocles que cuelga sobre nosotros y estoy dispuesto a unirme con otros hombres y mujeres para derrumbarla.

La revolución verde – el chip electrónico y el robot-soldado

Un efecto positivo, en particular de la ciencia agronómica, ha sido el aumento en la productividad de las cosechas y de la cría, que va de acuerdo con el derecho humano a la alimentación adecuada. Todos conocemos los efectos de la “revolución verde” que ha permitido cosechas mucho mayores de granos esenciales para la humanidad hambrienta. Pero, a más de que tales beneficios están desigualmente distribuidos, tanto dentro de determinados países como entre países del Norte y del Sur, la explosión demográfica han neutralizado en parte los beneficios esperados.

Y no hay duda de que el progreso más revolucionario en tecnología en los años recientes – el invento y la manufactura del chip microelectrónico – ha de ser utilizado en la guerra futura. Se está ya pensando en soldados-robots. Entiendo que el ejército de los Estados Unidos está pronto a poner a prueba un manipulador de municiones, con chips que sirven de “cerebro”. Un brazo mecánico que mueve “músculos” hidráulicos y una “mano” neumática servirán para levantar y armar obuses de howitzer de cien kilos, tarea en la actualidad cansa y pone en peligro a cuatro soldados GI. Mirando bien hacia el futuro, puede ser que tales avances en la robótica lleven a una guerra más humanizada, ¡pues se llegaría a destruir robots más bien que a matar hombres y mujeres, al menos en el “frente” de guerra!

Tanto los estados Unidos como la Unión Soviética están investigando los láseres de alta energía y los rayos de partículas para sus posibles aplicaciones antisatélites. Para el final de 1981, el Departamento de Defensa de EEUU había ya gastado unos mil quinientos millones en armas a base de láser, asegurando al mismo tiempo que la URSS estaba más avanzada en ese campo.

SIPRI, el Instituto de Paz de Estocolmo, asegura que “al menos las tres cuartas partes de todos los satélites son utilizadas para fines militares”.

No hay duda también de que el uso de la microelectrónica y de sus productos conlleva el peligro de invasión de nuestra privacidad, aumentando el poder de los medios de información que invaden nuestra vida e inmiscuyendo en ella “ruidos” indeseables. Las memorias de computadoras anónimas son ahora capaces de almacenar millones de datos que pueden llegar a servir a la represión y al control, no siempre democráticos. Y mencionaré una “invasión”, trivial pero molesta, que es la de la música ambiental. Una de mis pasiones en la vida ha sido la música, y agradezco que los medios de reproducción me hayan permitido a bajo costo conocer el fenómeno musical, desde el canto gregoriano hasta Pierre Boulez. Pero me rebelo contra el uso indeseado de la música hasta en los ascensores de edificios públicos, y hasta en los teléfonos mientras uno espera. Nos hemos convertido al respecto en pacientes y resignadas ovejitas. Un buen amigo mío, el compositor norteamericano Virgil Thompson, le declaraba a periodistas que le preguntaban acerca de la música ambiental “Everybody has a right to silence” – “Todos tenemos el derecho al silencio”.

Y, si bien la tortura es en teoría piadosamente proscrita de nuestros países, en la práctica se efectúa y se viola la seguridad de la persona, a veces con métodos “científicos” como es el caso de la picana eléctrica, que se utiliza para torturar en algunos países de nuestra región.

Progreso científico mal distribuido

Todos, según la Declaración de los Derechos del Hombre, tenemos “derecho de participar en el progreso científico y en el beneficio que de él resulte”. Pero no hay nada peor distribuido que ese derecho. El 20% de los países del orbe produce el 95% de los conocimientos científicos y tecnológicos, y el Tercer Mundo  le corresponde sólo el 5%. Mientras un país de doscientos veinte millones de habitantes (el 5% de la población mundial), los Estados Unidos, consume el 37,5% de la energía, muchos en Asia, África y Latinoamérica se calientan con leña que escasea y encuentran una gran cosa el poder cocinar con biogás, producto de la descomposición de excrementos y otras materias orgánicas.

Electrónica vs Derecho al trabajo

Un derecho que está implícito en la Declaración y sobre el cual han hecho hincapié los países socialistas, es el derecho al trabajo. Tomaremos un solo ejemplo de cómo la ciencia y la tecnología pueden afectar tal derecho, pero es un ejemplo de peso y de actualidad. Se trata del efecto de la revolución microelectrónica. Como es bien sabido, mediante el uso del “microchip” y de los circuitos integrados, se han logrado inmensos progresos en la automatización y en la informática, de tal suerte que, según la Academia de Ciencias de los Estados Unidos “la era moderna de electrónica ha introducido una segunda revolución industrial… su impacto sobre la sociedad pudiera ser aún mayor que el de la revolución industrial original”. Hoy en día se pueden colocar en un solo microchip, de unos milímetros cuadrados, equipos que hace no más de unos veinte años hubieran llenado un cuarto entero. Más de cuatro mil millones de dólares están invertidos en la industria de relojes electrónicos, calculadoras, juegos y otros productos, con una producción a un costo reducido.

Tal revolución tiene su lado bueno, pues, en principio al menos, aumenta la eficiencia y la productividad y lleva en parte a una redistribución del mercado del trabajo, pero, por otro lado, conduce a lo que en inglés se ha llamado “jobless growth” – crecimiento sin creación de nuevo empleo. Serán afectadas en especial las industrias textiles, de vestimenta, zapatos y bienes de cuero, que han sido tradicionalmente industrias intensivas en labor. Colin Norman cita una empresa textil en Inglaterra que ahora, con una fuerza laboral de 95 personas, produce lo que antes producía con 435 personas. En un momento dado, en Suiza, la introducción por los japoneses de los relojes microcircuitados llevó a la perdida de trabajo a no menos de cuarenta mil empleados. Y, como siempre, el Tercer Mundo será especialmente afectado, en dos formas: primero, la automatización de las fábricas en los países desarrollados llevará a la erosión de la ventaja comparativa de los países subdesarrollados, con su mano de obra más barata pero menos diestra. Y, segundo, la concentración de la microelectrónica en los países industrializados aumentará la enorme diferencia en riqueza entre los países desarrollados y subdesarrollados.

El efecto de la tecnificación sobre el empleo no es un problema nuevo, desde luego, pues todos pueden recordar lo que ocurrió con las tejedoras automatizadas en el siglo XIX que dieron lugar al surgimiento en Inglaterra de los ludistas, que se dedicaron a destruir las máquinas. Tanto porque las consideraban factor de desempleo como porque su producto era, decían, de mala calidad. Aquí, de nuevo, existe un caso evidente en que un desarrollo tecnológico revolucionario puede producir una disminución de un derecho fundamental del hombre y de la mujer. Y debemos mantenernos alertas para que tal revolucionario cambio, o progreso si se quiere, coincida con medidas sociales y políticas que maximicen sus efectos bienhechores y disminuyan sus efectos dañinos.

Un derecho adicional: agua y aire puros

Un derecho que no está mencionado en la Declaración es el derecho al agua y al aire puros. Todos sabemos que, como consecuencia del desarrollo industrial, producto bastardo de la ciencia y su aplicación, el aire de nuestras principales ciudades está contaminado por emanaciones industriales y automovilísticas y el pH de muchas aguas ha sido adversamente modificado por la “lluvia ácida”. No quiero exagerar las cosas, pues, pese a todo, la esperanza de vida ha aumentado y las enfermedades respiratorias no se han incrementado en las ciudades afectadas; además, no creo que haya otra alternativa a la de investigar el fenómeno a fondo para poder corregirlo. Pero, así y todo, la polución ambiental constituye, para mí, una violación de un derecho humano.

No es que no crea necesario efectuar investigación sobre problemas del Tercer Mundo cuya solución puede influir, al menos a corto plazo, sobre el nivel de vida de sus habitantes, tales como la ecología y agricultura tropical, las tierras áridas, la biomasa. Ese tipo de investigación, de paso, beneficia también al primer y al Segundo Mundo. La alternativa sería un resignado e inaceptable status quo.

Ciencia para el progreso del Tercer Mundo

Quiero destacar algunos programas de investigación en ciencia y en tecnología que pueden servir de modelos de lo que se debería hacer para aliviar los sufrimientos de un gran número de personas del Tercer Mundo y para rellenar en algo el precipicio que los separa de los habitantes de regiones más afortunadas. Ya hemos mencionado las investigaciones de Norman Borlaug y otros, que han elevado la productividad agrícola, en particular del arroz, en México y en la Filipinas. En el campo del control de insectos, el Centro Internacional de Fisiología y Ecología de Insectos (ICIPE) en Kenia se está trabajando en la búsqueda de nuevos insecticidas para pestes tropicales. La Organización Mundial de la Salud mantiene un activo programa de investigación en 6 enfermedades tropicales que afectan a millones de personas, y ya se está a punto de conseguir una eficaz vacuna contra la lepra. La investigación sobre sustancias contraceptivas para el uso en el sexo masculino, se está haciendo en 14 países. La UNESCO, a través de la recientemente creada Organización Internacional para las Ciencias Químicas para el desarrollo (IOCD), ha iniciado un programa de síntesis y de estudio pantalla para el tratamiento de varias enfermedades tropicales en Brasil, Bulgaria, Inglaterra, India, Irán, México, Singapur y Tailandia.

Estos ejemplos son quizás poco, pero los menciono porque muestran el camino que se debe seguir en el futuro, y ejemplifican lo que se puede hacer para darle al ser humano en forma igualitaria el derecho a la salud y a la vida. Dice Pierre Crabbé en un artículo reciente: “En ningún momento en las historia del hombre ha sido confrontado con tantos problemas que requieren soluciones intelectuales y técnicas”.

Pero, al mismo tiempo, la indignación que producen estos datos está, gracias a Dios, servida por la información cuyo caudal, la ciencia y la tecnología han aumentado tanto. Y si su abundancia es causa de crisis ¡bienvenida!, pues no es el momento de cerrar los ojos o de esconder la cabeza en la arena, sino de efectuar las reformas o las revoluciones necesarias para que cambie el estado vigente de las cosas.

En la Declaración se dice que se deberá favorecer la comprensión, la tolerancia y la amistad entre todas las naciones, así como la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión. Y es allí, en ese ethos universal, donde la ciencia, y no la tecnología, debería ejercer su influencia bienhechora.

A pesar de todo, creo en la bondad del espíritu científico

Con el peligro de caer en la ingenuidad, creo firmemente, como viejo positivista que soy, en la bondad del espíritu científico, con todo y que se viola con tanta frecuencia. Creo aún en aquellas virtudes de la ciencia que expusiera Robert K. Merton, de universalismo, comunalismo, desinterés y escepticismo organizado. Se violan, si, pero existen como norma y nos deben señalar el camino. En la “República de la Ciencia”, las verdades fundamentales le pertenecen a todos; es en ella indispensable mantener una actitud abierta y compartir sus conocimientos con otros; la guía en el comportamiento debe ser el bienestar de nuestro hermano el hombre y de nuestra hermana la mujer, sin ningún interés propio que no sea la satisfacción otorgada por el reconocimiento general; y nada se debe afirmar que no sea respaldado por lo que en anglosajón llaman “la evidencia”, objetivamente obtenida. Sé muy bien que mi punto de vista al respecto es muy atacado por muchos, que ven en el mundo científico un microcosmos de envidia, interés, sesgo y egoísmo. Pero he tenido en mi vida suficiente vivencia con comunidades de científicos para saber que, al menos en sus actos profesionales, impera la tolerancia y la comprensión, la generosidad y el altruismo, y el deseo de compartir ideas y bienes. Puede ser que un mundo, en que llegue a predominar ese “ethos” científico y donde, como decía Teilhard de Chardin “es para ser y conocer más bien que para tener y poseer que uno dará su vida” (cito de memoria), tenga esperanza de vida más allá de lo que nos puede permitir la actualmente loca carrera armamentista, así como una competencia egoísta por el poder y los bienes de esta tierra. En todo caso, como lo declaran en su famoso manifiesto de 1955 Russell y Einstein “En esta oportunidad, no hablamos como miembros de este o de aquel país, continente o credo sino como seres humanos, como miembros de la especie humana, cuya supervivencia está en duda. El mundo está pleno de conflictos; y, sobrepasando a los conflictos menores, presenciamos la lucha titánica entre comunismo y anticomunismo… Como seres humanos, apelamos al ser humano: recuerden su condición de hombre y olviden lo demás”.

Vivir peligrosamente

Puede parecer pesimista lo que aquí afirmo, pero en última instancia no lo es. Es claro que toda ciencia y toda tecnología nueva implica un riesgo y puede dar lugar a lo que el sociólogo francés Raymond Boudon ha denominado “efectos perversos”. Pero hay que “vivir peligrosamente” y riesgos hay que tomar. Pero hagámoslo con mente lúcida y a sabiendas. Creo firmemente que, dada su razón y su inteligencia y, a través del uso humano de la ciencia, el hombre puede encontrar las soluciones a los problemas que lo acechan, como consecuencia del uso indebido e injusto de la tecnología. Pero la investigación intensa y prioritaria que ello implica no puede ser beneficiosa sin el concurso de medidas políticas, sociales, económicas que regulen, limiten y modulen la utilización desenfrenada del nuevo conocimiento.

Por: Grupo de Opinión Cambio Universitario

 

REFERENCIAS

Crabbé, Pierre (1983). “A New Challenge for the University” en Interciencia, Nº 8, pág. 279-283.

Colin, Norman (1981). “The impact of microelectronic on employment and the global economy”, en Interciencia, Nº 6: 388-394.

Instituto Internacional de Estocolmo de Investigaciones para la Paz (SIPRI) (1982). ¿Armamentos o desarme? (folleto), Taylor & Francis Ltd., Inglaterra.

Leger Sivard, Ruth (1982). World Military and Social Expenditures, World Priorities, Leesburg, Virginia.

Merton, Robert K. (1968). “Science and Democratic Social Structure” en Social Theory and Social Structure. The Free Press, New York, pp 604-615.

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Cambio Universitario. Octubre, 2017

https://cambiouniversitario.wordpress.com/

Caracas, Venezuela: Universidad Central de Venezuela (UCV).

Intervención del Embajador Diego Arria de Venezuela en el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas

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Diego Arria

La grave crisis humanitaria que acontece en Venezuela, ha dejado de ser un problema interno de nuestro país e incluso escapa del ámbito regional. Cada vez son más los países y organismos que se suman al llamado para que dicha crisis sea resuelta lo más pronto posible y Venezuela vuelva, de manera pacífica, a la democracia, a un sistema de gobierno que garantice las libertades en todos los sentidos y el desarrollo económico para el progreso de todos sus habitantes. Recientemente, a la vez que se celebra en la Organización de Estados Americanos (OEA) por iniciativa de Luis Almagro una serie de audiencias lideradas por la abogada penalista y defensora de los derechos humanos, Tamara Suju (@TAMARA_SUJU), para exponer 289 casos de torturas y tratos crueles por parte de los cuerpos de seguridad del Estado venezolano[1], se producía la Asamblea General de las Naciones Unidas, en cuyo marco, y nadie mejor para hacerlo, Diego Arria, economista, político y diplomático venezolano con amplia experiencia en cargos como Director del Banco Interamericano de Desarrollo, Embajador venezolano ante la ONU, Presidente del Consejo de Seguridad, Secretario General Asistente y Consejero del Secretario General de la ONU, expuso con claridad meridiana ante el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, la grave situación que viven los venezolanos. A continuación su intervención:

Intervención del Embajador Diego Arria de Venezuela

Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas.

UN WATCH

11 de septiembre de 2017

Hay un viejo dicho según el cual los diplomáticos piensan dos veces, para después no decir nada … como ya no soy más un diplomático aprovecharé la oportunidad para decir un par de cosas, gracias a la invitación que recibí de UN WATCH y de su líder Hillel Neur. Por razones que mencionaré en un minuto, creo oportuno recordar a todos los países miembros del Consejo de Derechos Humanos la advertencia que les hizo el ex Secretario General, Kofi Annan cuando se creó el Consejo:

«Si dejamos que el Consejo de Derechos Humanos de la ONU fracase, lo que seguramente ocurrirá si los estados democráticos flaquean en su compromiso con él, y dejamos el campo libre a los tiranos para que incrementen sus crímenes con impunidad, sería una traición a aquellos que son, o podrían ser un día, el blanco de la opresión y la violencia”. Exactamente el caso de mi país.

Hoy, en este Palacio de las Naciones esa advertencia encuentra eco en las palabras del Alto Comisionado de las Naciones Unidas, el Príncipe Zeid bin Ra’ad al-Hussein, y en las del Secretario General de la ONU, Antonio Gutérres al declarar: «Es fundamental tener una Venezuela democrática donde se respeten los derechos humanos». De manera inequívoca, el SG avala el Informe del Alto Comisionado destacando que el régimen venezolano no es democrático, y no respeta los derechos humanos. Declaraciones de este calibre por parte de un SG no son usuales para referirse a un país miembro, lo que refleja la dimensión y el grado de preocupación por nuestra tragedia.

AMIGOS TODOS

Nicolás Maduro había anunciado que vendría hoy a la sesión de apertura del Consejo para responder al informe condenatorio del Alto Comisionado, pero ¿Por qué no vino?

Primero, porque se enteró de que miembros del Consejo intervendrían para respaldar el informe. Segundo, al advertir que la comunidad internacional crecientemente condena su comportamiento forajido responsable por una de las mayores crisis humanitarias sufrida en las Américas, y tercero que defender el inventario de los abominables crímenes y atrocidades cometidas bajo su mando , es casi tan difícil como defender a su hijo adoptivo y a su sobrino, que en estos días están a punto de ser condenados a cadena perpetua por narcotraficantes en un tribunal de Nueva York, razón por lo cual tampoco asistirá a la apertura de la Asamblea General de la ONU.

Voy a dividir mi intervención en tres aspectos:

Primero explicar cómo un país secuestrado por bandas criminales se convirtió en una tiranía narco militarizada capaz de cometer los peores delitos. Segundo, comentar el informe del Alto Comisionado sobre la situación de los Derechos Humanos en Venezuela, y tercero, que puede y debe hacer la comunidad internacional ante la tragedia que se acelera en mi país para ayudarnos a rescatar la libertad.

PRIMERO EN MANOS DE QUIEN ESTAMOS:

Solo conociendo la naturaleza perversa, cruel y criminal de sus principales jerarcas e instituciones es posible entender la brutalidad de sus acciones contra sus propios compatriotas. Unos pocos ejemplos son suficientes para que conozcan en manos de quienes estamos, y no precisamente de un gobierno Veamos:

Más de 15 miembros de las fuerzas armadas que en el pasado fueron venezolanas, hoy al servicio del régimen, y bajo la tutela de La Habana están indiciados en la lista Kinpin del Departamento del Tesoro de los Estados Unidos por los delitos de narcotráfico, contrabando de armas y lavado de dinero.

El mismo Departamento del Tesoro sancionó a Nicolás Maduro Moros por graves violaciones a los derechos humanos. Igualmente al vicepresidente de Venezuela Tarek el Aissami, por narcotraficante y por lavado de dinero. El presidente de la Corte Suprema de Justicia Maikel Moreno ha sido procesado por dos casos de asesinato, y sancionado por el Tesoro de los Estados Unidos. Diosdado Cabello, presidente del partido del régimen, es el más peligroso promotor del odio y la violencia utilizando la televisión del Estado y los Servicios de Inteligencia, igual que hicieron los Hutus en Ruanda con la Radio Mil Colinas. Cabello es acusado por los principales medios internacionales como presunto capo del Cartel de los Soles y llamado en el Senado de los Estados Unidos como el Pablo Escobar de Venezuela.

Ante semejante realidad creo importante contrastar que Pablo Escobar, capo del Cártel de Medellín nunca fue ni Presidente, ni Vicepresidente de Colombia. Tampoco fue Presidente de la Corte Suprema de Justicia, ni Ministro de Defensa, ni Ministro de Interior y Servicios de Inteligencia.

El Chapo Guzmán, capo del Cártel de Sinaloa, tampoco fue Presidente, ni Vicepresidente de México, ni Presidente de la Corte Suprema de Justicia, ni Ministro de Defensa, pero sus contrapartes venezolanas Nicolás Maduro, Tarek El Aissami, Maikel Moreno, Diosdado Cabello y los generales Vladimir Padrino y Néstor Reverol si ocupan esas posiciones en mi país.

Una situación sin precedente. O sea narcos y criminales con pleno control de una nación, con la complicidad de generales corruptos y traidores a la patria, que sentados sobre las reservas de petróleo más importantes del mundo, representan una seria amenaza para la estabilidad y la paz regionales. Nunca, nunca en ningún lugar del mundo el crimen organizado ha tenido semejante poder. Y para vergüenza de la ONU, también están sentados en su Consejo de Derechos Humanos.

SEGUNDO EL BALANCE DEL TERROR Y EL INDESCRIPTIBLE DOLOR INCLUIDO EN EL INFORME DEL ALTO COMISIONADO

“El uso generalizado y sistemático de la fuerza excesiva durante las manifestaciones y la detención arbitraria de los manifestantes y opositores políticos indican que estos no eran actos ilegales o forajidos de funcionarios aislados. La política seguida por las autoridades en su respuesta a las protestas han sido a costa de los derechos y libertades de los venezolanos».

Agrega la más dolorosa relación: “Detenidos sometidos a tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes y tortura, incluyendo el uso de descargas eléctricas en los genitales, golpes severos con palos, barras de metal, alicates, cascos, bates de béisbol y armas, en todo su cuerpo, asfixia y amenazas de violencia sexual y muerte.

Todo para castigar, humillar y aterrorizar a los detenidos. Los colectivos armados del régimen irrumpían en protestas montados en motocicletas y llevando armas de fuego. Acosaron, atacaron y dispararon contra manifestantes contando con la aquiescencia de, y en ocasiones en coordinación con, las fuerzas de seguridad.”

5.051 personas, entre ellas 410 niños, fueron detenidas arbitrariamente entre el 1 de abril y el 31 de julio, con más de 1.300 detenidos al 31 de julio. 157 asesinatos con un promedio de 27 años. Quince eran niños y siete eran mujeres. La mayoría de las víctimas eran estudiantes. Las pandillas de Maduro están matando nuestro futuro.

Estoy convencido de que el uso de la tortura, los crímenes sexuales y los asesinatos metódicos de civiles desarmados que protestan en las calles equivalen a crímenes de lesa humanidad definidos por el Estatuto de Roma.

De hecho, el informe del Alto Comisionado de la ONU subraya las palabras claves: «El uso generalizado y sistemático de una fuerza excesiva». Esta definición se enuncia precisamente en el artículo 7 del Estatuto de Roma: Crimen de lesa humanidad “significa cualquiera de los actos siguientes cometidos como parte de un ataque generalizado o sistemático dirigido contra una población civil, con conocimiento del ataque: Tortura; Asesinato; transferencia forzada de población; Prisión u otra privación grave de la libertad física en violación de las normas fundamentales del derecho internacional; violencia sexual, persecución contra cualquier grupo identificable”.

El régimen de Maduro claramente práctica una brutal y sistemática política estatal para cometer todos esos crímenes de lesa humanidad.

TERCERO QUE HACE Y PUEDE HACER LA COMUNIDAD INTERNACIONAL. LA INICIATIVA DE LA OEA EN MATERIA DE CRÍMENES CONTRA LA HUMANIDAD EN VENEZUELA

La declaración del Secretario General Gutérres de que en Venezuela ni hay democracia ni se respetan los derechos humanos, vino a reafirmar el creciente consenso internacional sobre la narco tiranía militarizada de Maduro, impulsado principalmente por tres informes de Luis Almagro, Secretario General de la Organización de Estados Americanos (OEA).

Su primer informe en mayo de 2016 documentó graves alteraciones al orden constitucional en Venezuela. En su segundo informe de marzo de 2017, destacó que a la luz del deterioro de las instituciones democráticas, se había producido una ruptura del orden constitucional.

Un tercer informe en julio de 2017, destacó que, a la luz de los graves abusos y atrocidades del régimen de Maduro, sugería que crímenes contra la humanidad pudieran haber sido perpetrados por el aparato de seguridad y los paramilitares. Para investigar estos hechos cuenta con la cooperación de Luis Moreno-Ocampo, ex Fiscal de la CPI.

El informe sería presentado a finales de octubre. En ese momento basta que uno solo de los países miembros de la OEA signatarios del Estatuto de Roma que son 28 de sus 35 miembros refiera el caso a la CPI para que se proceda a investigarlo.

Esta iniciativa se acelera. Dentro de tres días, el14 del presente mes habrá una sesión pública en la OEA con víctimas y sus evidencias. Al día siguiente dos generales venezolanos y un coronel describirán los planes militares utilizados en estos crímenes, que incluye órdenes recibidas, y cadena de mandos. Luego jueces y fiscales venezolanos describirán sus experiencias en estos hechos, y al final un grupo de expertos suministrará su análisis de las intervenciones. El informe final será entregado al Consejo Permanente de la OEA, y copia a la Fiscal de la Corte Penal Internacional.

No cabe duda que el informe del Alto Comisionado de la ONU representa una contribución importantísima para los efectos de este proceso, donde por primera vez las Naciones Unidas y la Organización de Estados Americanos sumarían sus esfuerzos. Un hecho sin precedente.

LOS PRESOS POLÍTICOS SECUESTRADOS Y TORTURADOS

Desde el Alcalde de Caracas, Antonio Ledezma, y alcaldes de otras importantes ciudades como Daniel Ceballos de San Cristóbal, Alfredo Ramos de Barquisimeto, David Smolanski del Hatillo, y otros. Leopoldo López la figura política más popular. Jon Goicochea, el general Raúl Baduel y su hijo, el profesor Santiago Guevara, Lorent Saleh, Gilbert Caro, Roberto Picón, Wilmer Azuaje, y una larga lista de disidentes siguen siendo secuestrados bajo humillantes, e inhumanas condiciones. Su liberación representa una causa prioritaria nacional.

CONCLUYO

Seguiré haciendo todo lo que esté a mi alcance para asegurarme de que los Maduro, Cabello y Padrino de Venezuela lleguen, más temprano que tarde a la plácida ciudad de La Haya donde los acogerá la justicia internacional, o de ser antes capturados bajo la aplicación de la Jurisdicción Universal, similar a la que le permitió al Magistrado español Baltazar Garzón hacer detener al General Augusto Pinochet mientras visitaba Londres.

O activando disposiciones de la Convención de las Naciones Unidas contra la Delincuencia Organizada Transnacional (Convención de Palermo) donde el régimen venezolano calza con sus objetivos como grupo estructurado de delincuencia internacional, y pueden ser detenidos fuera del país. No olvidar que el narcotráfico es precisamente eso.

Ningún lugar debería ser un refugio seguro para quienes han cometido crímenes contra la humanidad, ejecuciones extrajudiciales, tortura y desapariciones forzadas, como es el caso del régimen encabezado por Nicolás Maduro, Tarek El Aissami, Maikel Moreno, Vladimir Padrino, Néstor Reverol, y Diosdado Cabello, y menos aún pertenecer al Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas donde su presencia representa la negación de los valores y principios para lo cual fue creada. Debemos promover su expulsión.

AMIGOS

Pertenezco a la era democrática venezolana. Representé a mi país en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y después fui Asesor del SG de la ONU, Kofi Annan. Participé en la creación del Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia, así como en la promoción de la Corte Penal Internacional (CPI). Fui testigo en la defensa del comandante bosnio musulmán de Srebrenica, Nasser Oric, y de la acusación contra los criminales Radovan Karadzic y Slobodan Milosevic.

¿Cómo imaginarme entonces que un día me encontraría aquí, en el Palacio de las Naciones, contribuyendo a desenmascarar la narco tiranía militarizada de Maduro, y buscando el apoyo internacional para liberar a mi país y a nuestro pueblo de estos criminales que han secuestrado nuestra libertad y nuestros derechos.?

El valiente Príncipe Zeid bin Ra’ad Al Hussein, y su extraordinario equipo han hecho una contribución más que significativa para reafirmar los valores de la ONU pisoteados en mi país. Para ellos toda la gratitud, respeto y admiración de nuestra gente.

Como le dije una vez a Hugo Chávez a quien acusé en la CPI por crímenes de lesa humanidad «Chávez te espero en La Haya», pero el todopoderoso lo encontró primero que la corte.

Hoy repito: Maduro, ahora son la OEA y la ONU los que te esperan en La Haya. El mundo se les va haciendo más pequeño y menos tolerante a los que abusan de sus pueblos.

No podemos dejar el campo libre a los tiranos. No tengo la menor duda que los venezolanos rescataremos nuestra patria. Se lo debemos a nuestros muchachos asesinados, a los perseguidos, torturados y encarcelados .A los casi dos millones de compatriotas extrañados de su país, que hoy son más venezolanos que nunca.

Palacio de las Naciones

Ginebra, 11 de septiembre de 2017

REFERENCIAS

[1] Véase: Efecto Cocuyo (2017, 14 Septiembre). Tamara Suju presentó ante OEA 289 casos de torturas cometidos por funcionarios del Estado venezolano. (Noticia en línea) Disponible en: http://bit.ly/2fzjn53

El Nacional (2017, 12 Septiembre). Diego Arria: Maduro, la ONU y la OEA te esperan en la Haya. (Video en línea) Disponible en: http://bit.ly/2yHLUdn

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Cambio Universitario. Septiembre, 2017

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Caracas, Venezuela: Universidad Central de Venezuela (UCV).

Perdonen la franqueza

Ponencia del Prof. Bernardino Herrera León, en el foro de la Cátedra Pío Tamayo, del lunes, 16 de mayo, 2016, en la Sala E de la UCV.

Me permito reconocer y agradecer a la Cátedra Pío Tamayo, a su equipo de producción, el incluir en la agenda de debate el tema de la situación de la UCV. Ya no estamos tan solos.

He titulado así mi intervención por concebir a la universidad como un espacio de debate y polémica, que excluye el insulto y la agresión. Soy contrario a la armonía del silencio, la de callar lo que se debe decir, oportunamente, para no desagradar ni desentonar o para evitar ser víctima de discriminaciones. En todo caso, el costo de este criterio lo he asumido desde que era estudiante y durante mi condición de profesor universitario, hasta ahora.

La Universidad Central de Venezuela dejó de ser la principal universidad del país. En algunos indicadores y a pesar de padecer la misma crisis, la Universidad de los Andes  y La Universidad del Zulia, la han superado. Estas universidades hermanas han logrado, además, convertirse en centros influyentes en las regiones y ciudades que le sirven de sedes. La UCV, por el contrario, se ha distanciado cada vez más de la dinámica del país y de nuestra ciudad.

Con mucho menos recursos y dimensiones, la Universidad Católica Andrés Bello ha logrado mayor influencia intelectual, que ocupaba antes la UCV. Y probablemente se deba a que ha captado parte del recurso intelectual de la UCV en su seno.

Considero que el punto de partida para un debate efectivo sobre la UCV está en su definición esencial o existencial: ¿Para qué existe la UCV?

Puedo probar que este es el origen de la actual decadencia de ucevista y de muchas de nuestras universidades.

Llamo decadencia al injustificable silencio frente al inaudito desmoronamiento que sufre nuestra nación, que ahora presenciamos, en todos los órdenes.

Es la decadencia del silencio por ignorancia, lo cual es imperdonable; por complicidad, lo cual es inmoral; y por miedo, lo cual es comprensible pero también preocupante dada la condición histórica de los ideales universitarios.

Ante la violación y derogación de todo el estado de derecho, nuestra Facultad de Derecho no dice nada.

Ante la violación de los derechos humanos, el estruendoso fracaso educativo y la crisis de valores humanos, nuestra Facultad de Humanidades y Educación está prácticamente muda, desapercibida.

Salvo las recientes acciones de la Escuela Razzeti, última escuela en acatar a regañadientes el retorno a actividades, la Facultad de Medicina pasa de largo ante el desastre humanitario ocasionado por la crisis de salud.

Y así podríamos enumerar casi todas las facultades. La UCV sólo tiene presencia a través de sus individualidades, de algunos grupos y en declaraciones gremiales.

De resto, la política oficial ucevista ha consistido en apagar su histórica, y por ley, obligatoria capacidad crítica frente a la peor tragedia económica, política y social que haya vivido nuestro país en toda su historia como república, desde 1830.

Existencialmente, la definición de universidad, su razón de ser, es la de institución de conocimiento. Nos es una quimera, pues así está definido en la Constitución y en la Ley de Universidades. En consecuencia, la organización universitaria debe diseñarse para lograr el mejor desempeño posible de este fin.

Cualquier debate que se aleje de este concepto crucial, se distanciará también aún más de la esencia universitaria. Opino que esto resume lo que ha estado ocurriendo en los últimos años.

El modelo de universidad que se ha impuesto lo llamo: “administradora de privilegios”. Se trata de un sistema de repartos de recursos, cargos, favores, en fin, privilegios.

Este modelo, administradora de privilegios, explica por ejemplo, el por qué las autoridades dieron prioridad a liquidar el FONJUCV y proponer un nuevo RSSI-UCV.  Porque bajo ese modelo tiene sentido que las autoridades administren considerables patrimonios financieros. Sólo así se entiende que  en vez de líderes académicos y científicos tengamos gerentes financieros.

Explica que antes que proponer una nueva ley de universidades, o al menos intentar cumplir su propio Plan Estratégico del 2009, den prioridad a cuestiones más administrativas que científicas.

El modelo explica el por qué los sindicatos de empleados y obreros lograron imponer en la agenda universitaria el tema del voto paritario y el criterio de “elegir y ser elegidos”, que sirvieron de base a las demandas en el TSJ, para suspender elecciones en diversas universidades autónomas, desde el 2010. Este mismo criterio fue incluido primero en la aprobada y derogada Ley de Educación Superior de diciembre de 2010, que el mismo Chávez rechazó por disparatada y políticamente peligrosa para su gobierno. Tampoco le hacía falta, pues actuaría de hecho.

Pero en los argumentos del voto paritario, o igualitario no caben conceptos como excelencia académica, desarrollo científico y tecnológico, resolución de problemas sociales y menos universidad como institución de conocimiento.

El modelo de administración de privilegios explica lo que hoy es la UCV: un coto feudal, gobernado por la alianza entre autoridades y decanos, quienes se permiten violentar e incumplir la legislación, administrar fundaciones e ingresos propios, adjudicar tiempos de dedicación, nombrar inconsultamente determinados cargos y asignar ventajas de acuerdo con el sistema de complicidad y de lealtades.

El Consejo Universitario es por ley, un parnaso que concentra todo el poder en la UCV. Es a un mismo tiempo poder ejecutivo, poder legislativo y poder judicial, Todos los poderes en uno.

A falta de elecciones se ha dedicado a imponer decanos interinos, sin consultar a su comunidad, es decir, a vaciar más la poca democracia residual que nos queda. Se apoyan en la triste asesoría de alguna oficina jurídica para dar más importancia un literal de la ley que a su propio espíritu, el principio que establece que son las asambleas de facultades las que eligen a sus decanos.

Pero ni siquiera las asambleas de facultades, obligatorias ordinariamente dos veces al año según la Ley, ni se convocan desde hace años. Nadie se ha molestado en exigirlas, ni el gremio, ni los profesores, ni los egresados, ni los estudiantes, los empleados tampoco, aunque a ellos no les compete. Sus funciones han sido usurpadas por los decanos feudales, igual que la de los sus cogobiernos, reducidos a un mecanismo de fidelidad a la autoridad. Me disculpo por no mencionar algunas honrosas excepciones de resistencia a este señorío autocrático en que nos han convertido.

La sentencia del TSJ, con la suspensión arbitraria de elecciones, sumó para profundizar, aún más, el deterioro de la democracia universitaria, atacada por todos los frentes posibles: la política deficitaria, las intervenciones ministeriales, los ataques violentos contra las protestas y finalmente la imposición y comportamiento autocrático de las autoridades en funciones.

Un verdadero absurdo: suspender la democracia en nombre de la democracia.

A cambio de la permanencia en sus cargos, las autoridades se “portan bien” con el gobierno. Aceptan, bajo protesta, presupuestos deficitarios. Permiten, también bajo protesta, constantes intervenciones gubernamentales. Y así van apagando con su papel de músicos del Titanic la capacidad crítica de la UCV. O peor, la sumergen a la obsolescencia académica y científica.

En los últimos 20 años ha ocurrido la mayor revolución del conocimiento más importante que se haya conocido en toda la historia de la humanidad. Pero el conservatismo ucevista no se da por enterado. Muchos programas de estudio no han cambiado o han cambiado muy poco. La UCV continúa atrapada por las ideologías, y los mitos.

Para que la organización universitaria potencie su rol como institución de conocimiento necesita renovarse permanentemente y democratizarse cada vez más.

La democracia universitaria no es sólo elección de autoridades y cogobiernos. La democracia es una cultura cotidiana que se ejerce a diario. Es consulta permanente, es evaluarse rigurosamente, es ajustar los programas de estudios muy periódicamente. Democracia es debate, es polémica, es reconocernos, aun con las diferencias aprendiendo a llegar a acuerdos sensatos y razonables en la toma de decisiones. La democracia universitaria son organizaciones de contrapesos, desconcentración del poder de decidir. Los cambios no se imponen, se acuerdan, Eso es democracia universitaria.

La Ley de universidades de 1970 representó un paso considerable en el desarrollo de democracia universitaria. Pero es preciso avanzar mucho más. De eso se trata el clamor por una nueva Ley de Universidades, emergiendo de las comunidades científicas y académicas.

La ausencia de elecciones no es la causa exclusiva del grave deterioro de nuestra democracia universitaria

Se deben también a la cultura de la autocracia, de la obsolescencia, de la resistencia al cambio, que llamo conservatismo universitario, y que hoy caracterizan a las autoridades ucevistas, quienes han acabado haciéndose cómplices del TSJ y del régimen totalitario chavista.

Ese conservatismo universitario se niega a cambiar y menos a democratizarse. El mismo que opta por una comisión cerrada y leal para diseñar el panfleto del RSSI-UCV, sin el gremio, sin contar con la experiencia misma del IPP, sin convocar a nuestros propios expertos en el postgrado de seguridad social.

Saber UCV tardó diez años en aparecer luego de Saber ULA. Las estanterías abiertas en las bibliotecas, unos 30 años después que se hicieran comunes en la mayoría de las universidades del mundo. Los empleados, por cierto, se opusieron activamente contra esa medida. El conservatismo universitario es obstinado, obsesivo en mantener sus privilegios.

Saber UCV funciona apenas con tres empleados, refugiados en una oficina del CDCH. Es prácticamente el único medio de difusión que le queda a la UCV, con un promedio de medio millón de visitas al mes. Pero Saber UCV tiene ya más de tres semanas fuera de la Internet, por falta de recursos.

En contraste la UCV es una de las universidades en el mundo que mantiene el privilegio de vehículos con chofer para decanos, directores o gerentes y autoridades rectorales. Y otros privilegios, tampoco se tocan. De eso se trata el modelo universitario de administración de privilegios.

Es larga la lista de casos que muestran a nuestra UCV sumergida o sometida, da lo mismo, por la cultura de la administración de privilegios y del conservatismo cómplice.

Para comenzar a cambiar esta situación, necesitamos reconocer que el modelo de administración de privilegios y el conservatismo son los peores enemigos de la UCV como de institución de conocimiento. No es la gente, es la cultura perversa que genera.

Ese modelo incentiva que sindicatos y demás grupos de presión negocien cuotas de decisión y reparto de privilegios. El extremo de esta perversión lo representa la idea de “elegir y ser elegidos”. Este debate ha sido evadido y silenciado por todas las partes.

Soy de los que opinan que los empleados universitarios son también corresponsables de la institución universitaria, siempre y cuando impulsen el modelo de institución de conocimiento. Pues en ese enfoque la administración universitaria es una función de la academia y no al contrario.

En consecuencia, se trata de un falso debate el “derecho a elegir y ser elegido o voto paritario”, impuesto por los sindicatos de empleados y obreros oficialistas, aspirando participar directamente en la administración de los privilegios.

Falso debate que promueven para oponer contra unos de otros a profesores, empleados y estudiantes.

Por el contrario, una institución de conocimiento requiere fomentar méritos, talento y productividad. El conocimiento es un bien de alto potencial de valor que genera riqueza y bienestar social. Genera patentes, innovaciones, soluciones a los problemas humanos y sociales. La universidad no es un patrón, ni una fábrica. Es una institución social de conocimiento, y sus líderes deben ser resultado de una elección con criterios de méritos, dedicados al desarrollo científico de la institución, no a repartir dádivas.

Propuestas correctivas y reformadoras

Propongo la urgente re-legitimación de las autoridades decanales  por la vía de las asambleas de facultad, para nombrar nuevos interinos, mientras celebremos en algún momento legítimas elecciones, acompañado compromiso de una agenda para enfrentar la crisis universitaria. Se puede hacer ya, para retomar nuestro músculo democrático anestesiado por la autocracia.

Propongo la convocatoria inmediata de elecciones representantes profesorales a los cogobiernos, donde se incluyan los instructores por concursos, quienes ya fueron reconocidos como miembros del claustro.

Estas dos iniciativas pueden llevarse a cabo sin grandes confrontaciones ideológicas ni gubernamentales, y  renovarían al CU en un 75%, incluyendo a los representantes estudiantiles no hace mucho reelegidos.

Necesitamos una renovación urgente, que a su vez fomente y sobre todo que se comprometa con un gran movimiento de cambio universitario. No es una quimera, sino algo posible de hacerse día por día, paso a paso, reforma por reforma, proyecto tras proyecto y cultura del cambio como evento cotidiano.

Por: Bernardino Herrera León

@herreraleonber

herrerabernardino@gmail.com

Historiador y comunicólogo. Investigador docente, UCV.

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Cambio Universitario. Mayo, 2016

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Caracas, Venezuela: Universidad Central de Venezuela (UCV).